martes, 21 de julio de 2009

Anécdotas del restaurante

Vos y yo no nos conocemos, pero seguro tenemos algo en común, sos o fuiste explotado. Decime si esto no es explotación…
Viernes a las 11 estoy llegando a mí trabajo, un restaurante, ojo, no a las 11:15 porque se seguro se arma, el patrón llama por teléfono y no sea cosa que yo no esté.
Preparo el salón para que luzca presentable, luego subo a la cocina para preparar la comida, o sea, todo lo que ella implica. Ya sé, te estarás preguntando: ¿y el cocinero? La respuesta es, no hay. Vos tenés que hacer de todo, delivery, bachero, limpieza, un verdadero multiuso.
Sonamos, llegó uno de los trompas, pará! que te va a saludar, no sea cosa que le haga mal.
Ladra ¿te falta mucho? ¡Dale! Apuráte que hay que ir a comprar la mercadería. Regreso de comprar todo, qué suerte la mía, llegó el otro trompa luciendo cara de pocos amigos, o sea de culo.
Me mira dirigiendo todos los ladridos hacia mí, ¿qué estuviste haciendo todo el día? Vos te pensás que te tengo para que te rasques? Yo lo miro con ganas de patear su estúpida cara, pero me la tengo que masticar, necesito esos pocos pesos.
Doy la vuelta mientras uno me dice, hacé tal cosa, el otro te está pidiendo otra cosa mientras se escucha al primero… ¿ya terminaste? Y el otro… dale, hacé lo que te pedí.


Yo me pregunto cuantas manos se pensarán que tengo, y si fuera pulpo tampoco me alcanzarían.
Empieza a entrar gente, miro a la camarera que acaba de llegar. Pensarás que llegó de refuerzo, no señor, que va, se complica más. Te empieza a pedir tal trago, alcanzame tal cosa, y no la culpo, hace su trabajo.
Mientras subo, bajo, voy, vengo, ya me estoy mareando y mientras preparo algún trago veo la bacha llenarse de platos. Suena el teléfono… ¡pedido! Voy, lo preparo, lo llevo, y ya es un verdadero lío de platos, vasos y algo más.
Se está llenando el local y voy de un lado para el otro mientras pienso… ¿Qué cuernos hago acá?
Son las 3 de la madrugada y sigo, ah me falta algo todavía, no comí. Los patrones dicen que la comida es para los clientes, no para los empleados y que cualquier cosa después pedimos algo para que coman, o sea nunca.
Sábado y domingo son un calco, salgo a cualquier hora, regreso 11 de la mañana en punto. Martes miércoles, jueves. También el domingo pero ya está mañana lunes, franco.
En mi vida me tropecé con mucha gente como ésta y parecen cortados por la misma tijera, se piensan que por tener unos pesos más que uno la tienen más grande.
Compañeros, gritémosle a estos tarados ¡el cajón no tiene bolsillos!.
Este es mi humilde aporte para la Voz de los Laburantes.

1 comentario:

  1. Que buena historia, cruda pero lo más crudo es que hay peores! laburantes, sino fuera por ellos...

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