viernes, 16 de abril de 2010

SALIO LA VOZ DE LOS LABURANTES Nº 4

DICCIONARIO DEL LABURANTE

¿Qué es el Estado?

Podríamos decir que es una forma de organización social, un conjunto de instituciones que regulan el funcionamiento de la sociedad. Cada ideología política lo definirá de un modo diferente, es decir, dependiendo de la manera en la cual concibamos al mundo podremos definir al estado de diferentes maneras.

Desde niños nos repiten “el Estado somos todos, nos representa a todos por igual”. Pero para los trabajadores que entendemos que la sociedad está dividida en clases, (trabajadores que no tienen más que su fuerza de trabajo para ofrecer en el mercado y capitalistas dueños de los medios de producción, patrones, empresarios, burgueses) el estado es una herramienta de dominación que utilizan quienes nos explotan. El estado en el capitalismo es un estado burgués, y defiende los principios de una minoría que concentra las riquezas, a costa de la explotación del pueblo y la clase trabajadora.
Entre las instituciones que conforman al estado, se encuentran las fuerzas armadas, las diferentes policías, los servicios de inteligencia, los tribunales, los jueces y las cárceles, ya que entre las funciones del gobierno que asume se encuentran las de defensa, seguridad, y justicia entre otras, disponiendo así del monopolio de la violencia legítima en un determinado territorio. Así los de arriba ejercen violencia sistemática y permanente, una violencia que es planificada por quienes están en el poder.
En la escuela, en los diarios y la televisión, nos dicen que la maquinaria de la violencia institucional tiene como función defendernos a todos por igual. Pero las realidades que vivimos son muy distintas. Mientras unos no paran de acumular cada vez más riquezas y comodidades; los que menos tenemos somos cada vez más y nos persigue la explotación, el desempleo, el hambre, la miseria, la falta de atención en salud, y de educación. Así el discurso de la seguridad y de más policía responde a la defensa de sus intereses.
Es la historia de lucha de nuestro pueblo la que nos corre la venda de los ojos. Cuando queremos dar un paso más y exigir lo que nos corresponde, el carácter de clase del estado salta a la vista, nos reprimen, procesan, juzgan, despiden…Por ejemplo en este año, el estado puso tanto su aparato represivo como su aparato burocrático (Ministerio de trabajo) para aplastar la lucha de los trabajadores por el solo reclamo de mantener sus puestos de trabajo: la represión a los trabajadores de Kraft, el desalojo a los trabajadores de la cooperativa textil Quilmes, los despidos y contratos basuras amparados por las leyes. A esta violencia cotidiana es a la que el estado define como “Paz Social”, destinada a mantener el “orden normal”, la estabilidad en la cual muchos nos dejamos explotar y oprimir por otros que se enriquecen a costa nuestra. Es así como los que más tienen consideran justo, golpear, encarcelar, reprimir, al pueblo pobre y a los trabajadores que no se contentan tan solo con las migajas que ellos deciden dar, y en lugar de entregarse, dan la pelea por sus derechos.
El estado se constituye así en instrumento de los capitalistas, dueños de los medios de producción, para la explotación y represión de los trabajadores. En el Manifiesto Comunista, Marx nos dice: “La burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquisto finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el estado repre¬sentativo moderno. El gobierno del estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”
En la historia de la lucha de clases el estado va cambiando sus distintas formas políticas de gobierno, manteniendo su contenido burgués intacto, como las monárquicas y las dictaduras militares. La republica parlamentaria es la forma política de dominación burguesa más efectiva, al superar las imperfecciones de de las anteriores, por su mecanismo de do¬minación anónimo, impersonal y burocrático. En apariencia, en el congreso se verían representados los intereses de todos “los ciudadanos” como si no existiera la lucha de clases. Los intereses de la clase dominante logran así presentarse como si fueran los intereses de todos. Los casos de corrupción se tratan como problemas individuales, de tal o cual partido, o persona, y no como propios del sistema quedando inalterado el aparato estatal. En la historia Argentina se sucedieron distintas formas de gobierno del mismo estado burgués, dictaduras militares y repúblicas parlamentarias como la actual. En ambas la burgue¬sía siguió explotando a los trabajadores.
Marx llama gobiernos “bonapartistas” (usando como ejemplo a aquellos que tienen la capacidad de presentar al ejército, la burocracia y al estado mismo como independientes de la lucha de clases. Cuando el pueblo deja de creer en las formas de gobierno tradicionales, y comienza a sacarle la careta a la burguesía, esta implementa una forma de gobierno en la cual se coloca como árbitro, buscando aparentes soluciones que no cambian nada sino que por el contrario mantengan y garanticen la gobernabilidad, “cambiar algo para que nada cambie”.
Ejemplo de esto fue el gobierno liderado por Perón, que tratando de equilibrar las luchas obreras en beneficio del régimen capitalista, aumentara la estatización de las organizaciones obreras, otorgándole al estado la posibilidad de supervisar varias de las áreas de la actividad sindical. De esta manera con el peronismo el Ministerio de trabajo se convierte en autoridad estatal que otorga a los sindicatos el reconocimiento que lo facultan para negociar con los empleadores y juega el supuesto papel de árbitro entre patronales y sindicatos sin dejar de ser una institución fiel a los capitalistas. Quitándole toda la independencia de clase de las organizaciones propias de los trabajadores, y a través de la burocracia sindical arrastrándolas hacia el aparato estatal, o sea al terreno del enemigo y a sus reglas de juego.
La única forma en que se podría cambiar el contenido de clase del estado es mediante una revolución que permita que los trabajadores organizados, ejerciendo la justa violencia de los de abajo, tomemos el poder, que no significa ni ganar una elección presidencial ni meter un par de diputados, sino destruir la maquinaria estatal para construir un nuevo estado. Para llevar a cabo esta tarea es imprescindible tener conciencia, del estado de confrontación con nuestro enemigo de clase, de la necesidad de la unidad para poder enfrentarlo, y de encarar nuestras dignas peleas cotidianas en el trabajo, en nuestros barrios y donde quiera que estemos, defendiendo nuestra independencia de clase.

EDITORIAL


SOMOS DEL MISMO BARRO

ORGANICEMONOS Y LUCHEMOS JUNTOS

Este 2010 que comenzamos a transitar, lejos de ofrecernos a los trabajadores una perspectiva de mejoras en nuestra condición laboral y de vida, nos confirma a lo largo de sus primeros días la continuidad de la situación que caracterizó todo el 2009. La crisis económico-financiera mundial y sus coletazos en Argentina, continúa siendo cargada por las patronales, como es su costumbre, sobre nuestras espaldas. Las empresas no van a ceder ni un centavo de sus ganancias, aunque las necesidades sociales de amplios sectores de nuestro pueblo se derrumben cada día más.















 

Como consecuencia de esto, aunque no lo cuente la televisión, los diarios y la radio, todos los días se cierran fábricas y se despiden o suspenden cientos de trabajadores, con el mismo común denominador que el año pasado: las patronales dejando familias en la calle incumpliendo todo tipo de leyes laborales, los sindicatos cómplices mirando para otro lado y el Estado de conjunto avalando todo el accionar (los ministerios haciendo la vista gorda mientras decretan conciliaciones obligatorias e imparten ordenes que no pueden hacer cumplir, y las fuerzas de seguridad pública, policía, prefectura y gendarmería, cuidando los intereses de los empresarios y reprimiéndonos cuando lo creen necesario); como ocurrió en Kraft-Terrabussi, Bosch, Tenaris Siat, Fundición San Cayetano, Editorial Colihue, Diario Crónica y tantas otras.
Al mismo tiempo vemos como vuelven a desempolvarse las viejas recetas que solo apuntan a “salvar” a los que siempre se quedan con todo (grupos económicos, bancos, monopolios), a costa del sudor de todos los trabajadores. Mucho hemos vuelto a escuchar en estos días, sobre la tan mentada pero poco explicada deuda externa, mientras esconden bajo la alfombra, que tanto el gobierno como la oposición están de acuerdo en pagarle a los prestamistas externos y seguir subvencionando empresarios, con el dinero que este año se destinará de menos para salud, educación e investigación (unos $550 millones), o utilizando los fondos de las pensiones y jubilaciones (Anses). Esto pone en evidencia claramente que el Estado, desde todas sus instituciones (ejecutivo, legislativo, judicial, fuerzas de “seguridad”, etc.), independientemente de quien este al frente del gobierno de turno, es quién establece todas las garantías para el libre accionar de las patronales contra el pueblo trabajador.
Sin embargo, debe llenarnos de optimismo y motivarnos para renovar nuestras fuerzas, el despuntar de nuevos compañeros y activistas con espíritu y voluntad combativa, que luego de haber construido con el tiempo organización en su lugar de trabajo, hoy recogen los frutos discutiendo democráticamente en asambleas con sus compañeros las medidas mas efectivas ante el nivel que toma cada conflicto, planificando paros o quites de colaboración, evaluando la utilización de movilizaciones, cortes de calles, festivales, fondos de huelgas y hasta incluso llegando a contemplar la confrontación si se tornara indispensable.
Desde la Corriente Sindical Leandro Fote, consideramos fundamental que los trabajadores utilicemos todas las herramientas que nos permitan continuar organizándonos, generando y estrechando vínculos de fraternidad y solidaridad con nuestros compañeros y con los de otros conflictos, con los vecinos y organizaciones sociales, estudiantiles y culturales de cada barrio, tejiendo una fuerte red de unidad que nos posibilite reconocer en cada trabajador un compañero, y en cada compañero un luchador, con intereses y necesidades comunes, y la certeza de compartir un mismo objetivo, ser cada uno parte del colectivo que forjara con organización y lucha el futuro digno que anhelamos para todos.