Muchas veces hemos escuchado hablar de “unidad de los que luchan” o incluso hemos gritado “¡U-ni-dad, de los trabajadores...!” pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de unidad?
El diccionario de la Real Academia Española dice:
unidad: Propiedad de todo ser, en virtud de la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere.
En esta definición hay algunas cosas para analizar. En primer lugar, lo que está en juego es una “esencia”, la esencia de la clase trabajadora. Entonces, cuando hablamos de unidad estamos diciendo que todo laburante que dedica una gran parte de su vida a trabajar, a crear las riquezas que los patrones acumulan, debe reconocerse a sí mismo en cada compañero, no solo de la misma fábrica o espacio de trabajo, sino en cada trabajador que también es explotado en cualquier parte, en cualquier rubro. Es decir, debe sentirse identificado con cada compañero de clase, porque a pesar de que no trabajen en el mismo lugar o no se conozcan, llevan consigo esta esencia.
De esta forma, cuando los trabajadores logran unirse y pensarse a sí mismos como clase, pueden comprender el rol que cumplen en la sociedad y en la economía, eso les permite tener claridad sobre los intereses de la clase dominante y sobre los suyos propios como clase obrera, y así son capaces de definir con precisión cuáles son sus reivindicaciones más urgentes y sus objetivos a mediano y largo plazo.
Una vez planteadas las reivindicaciones se debe luchar por ellas, y es en la lucha donde se percibe todo el peso de la unidad. Los trabajadores dando una lucha en unidad somos fuertes, mucho más que haciéndolo por separado. La definición de la RAE dice que la división de la unidad destruye su esencia, y la clase dominante siempre se ha ocupado de dividirnos, ya sea promoviendo la competencia al interior de la producción, amenazando con despidos (con lo cual el desocupado se vuelve una amenaza para mi estabilidad laboral en vez de ser considerado como un compañero más) o creando falsos enemigos (el que corta calles y te hace llegar tarde, el que hace un paro y deja a los chicos sin clases, etc.). Esto sucede porque han aprendido que sólo pueden someternos si nos separan, y también han aprendido que si los trabajadores nos unimos simplemente no podrán con nosotros y caerán derrotados. Por eso se ocupan tan cuidadosamente de fragmentarnos, en los hechos y en los discursos.
Si, por el contrario, cada uno da su lucha sólo en su espacio de trabajo, o si aparece la hostilidad entre compañeros por las razones que ya explicamos, o si nos separamos por diferencias ideológicas que muchas veces no son más que distintos caminos para llegar al mismo lugar, entonces es cuando la “esencia” se diluye, se va perdiendo, surge el individualismo, el sectarismo, el corporativismo o tantos otros males que muchas veces vemos imponerse y lo que es peor, se pierde la fortaleza, somos vulnerables, fácilmente sometidos, vemos avasallarse nuestros derechos y caemos en la desmoralización, el derrotismo o la apatía.
Por eso, compañeros, la clase trabajadora debe apostar cada día por la unidad, que es tan simple como luchar junto a los que luchan por lo mismo que nosotros y entender, aunque parezca un trabalenguas, que aquel que lucha por lo mismo que nosotros, es uno más de nosotros. Y así, cuando se logra dar una lucha de forma unida, no como sector, sino como clase, es cuando las reivindicaciones se alcanzan, cuando lo lejano se hace posible, y cuando los trabajadores logramos tomar las riendas de la historia.
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